Descartes: El pensamiento crítico

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Frans_Hals_-_Portret_van_René_DescartesPor Jesús Orea

@jh_orea

 La publicidad día a día nos envuelve de la misma manera que la atmósfera cubre la tierra. Prácticamente en todos los lugares donde pongamos la mirada hay propaganda y anuncios. Se trata de vender ideas, de vender discursos, los cuales, son de todos los tipos: políticos, académicos, etc… Algunos los asumimos, otros los rechazamos o simplemente los ignoramos. Es necesario una cultura que tienda a la crítica y qué mejor que sea con bases filosóficas.

   René Descartes es considerado el creador del método científico, mismo que pretende llegar a una verdad: se trata de dudar radicalmente  hasta encontrar el último argumento para dar vida a ideas claras y precisas. Para llevar a cabo esto es necesario obedecer cuatro reglas: la primera es la de la “evidencia”, la cual se refiere a no aceptar jamás ninguna cosa como verdadera sin haberla comprobado antes. Sólo asumiendo como verdadero aquello que es claro y distinto.

     La segunda regla, nombrada como “análisis”, consiste en dividir el problema planteado en partes para entender la complejidad de la misma. Dividir es la forma de entender mejor la realidad. La tercera regla, ligada a la segunda, consiste en ordenar cada una de esas partes en las que dividimos el problema planteado, de lo simple a lo complejo. La ultima regla, la de los “inventarios”, consiste en enumerar cada una de las partes estudiadas con la intención de no olvidar u omitir nada en los pasos anteriores.

     Estamos frente a un método que tiene las facultades para poner en tela de juicio cualquier situación problemática. Es un método que puede poner en “aprietos” cualquier cosa con el fin de conocer la verdad, es decir, que no se limita a los laboratorios o prácticas de los científicos.

        Los puntos a favor que traería una cultura argumentativa en un mundo como el que se vive en el México actual, son evidentes. Podríamos excluir o asumir y aceptar discursos.

       Pero, ¿qué se necesita antes de argumentar? La respuesta es clara, se trata de conocer e identificar esos discursos y problemas planteados y para eso el método que propuso Descartes, es sin duda, una alternativa contundente para generar juicios y “verdades”. Nuestra visión de la realidad mejoraría, se eliminarían espejos y neblina.

Para mayor información:

Una buena introducción al pensamiento de René Descartes por el  programa argentino «Filosofía Aquí y Ahora» 

Para nuestro lectores que gusten echar un vistazo a otro idioma, la enciclopedia Standford de Filosofía nos deja un excelente artículo ; este otro también es un artículo en inglés de la enciclopedia en internet de Filosofía aquí 

Finalmente, un artículo en PDF de la investigadora Laura Benítez de la UNAM, «La filosofía natural en René Descartes»

Jean-Luc Nancy: La cuestión definitiva.

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Por Diego Espíritu

@espiritudiego

Aquejados por la literatura distópica de Orwell (“1984”) y de Huxley (“Un mundo feliz”) y el fin de las ideologías, el tiempo que nos va sucediendo no se detiene, no tiene miramientos. Los reflejos de un hombre antes grande-tan grande como un ser divino-, se van disipando en una espesa niebla de escepticismo. ¿Cómo tomar entre las manos los fragmentos de lo que alguna vez fuimos? ¿Cómo atrevernos a nombrar la crueldad de la guerra con poemas póstumos? La posmodernidad, la posguerra, el post -estructuralismo, todos los post y todos los ismos de cualquier momento y época. ¿Dónde estamos? ¿Quiénes somos? (¿Somos?). Ante la insoportable urgencia de la duda, Jean- Luc Nancy  emerge como un pensador dispuesto a hendir la certeza en la duda. Pero ¿será la certeza que busca abolir la diferencia más positiva del hombre nociva?  El ‘nosotros’ de las utopías modernas se ha vuelto un puñado de trozos de carne echados al horno. ¿Cómo hablar de una sociedad después de las cámaras de gas? ¿Cómo hablar siquiera?

         La palabra es una empresa que muchos deciden abandonar en vísperas del sufrimiento. Pero es evidente que la actualidad trepidante requiere de un freno a su algarabía cibernética, a su avispero de palabras que nos zumba en cada ventana y espejo citadino. Caminando por las sendas que marcaron grandes filósofos como Bataille, Derrida y Blanchot así como el siempre polémico Heidegger, Nancy ha intentando sofocar el incontenible ímpetu de la certeza moderna con la duda puntual de la crítica. Ha indagado dentro de la conciencia fracturada de nuestros tiempos en busca de un pedazo de entereza. Socavando el soez nacionalismo que nos llegó a heredar las grandes guerras, Nancy busca entre los escombros de la batalla una persona completa. Deconstruye. Critica. Construye. Se pregunta si acaso nos hemos perdido en la incansable búsqueda de un pasado remoto que ya ni nos recuerda. Pero tampoco nosotros a él. Nos olvidamos cada día en un yo de un nosotros. Pero es un yo difuso, que se pierde, que anda errabundo entre zumbidos de acero. Borroso rostro que no se encuentra, que se busca entre los aparadores de las grandes tiendas, entre los frenéticos beats de la música que lo dominan y lo sostienen de los brazos como a un títere de trapo que se estira y se estira.

            La sociedad se ha vuelto, en su espectro más lejano y más abstracto, un yugo para sus habitantes: la comunidad ahorca al ciudadano, al habitante en una imposible ontología del nosotros. La red interminable del comercio se desvanece por su infinitud ante nuestra mirada, no tiene compasión por las fronteras de nuestra voluntad perdida. Supervisado por Ricoeur en su tesis doctoral, Jean Luc Nancy explora los intricados momentos de los cruces entre el pensamiento político y la filosofía; también acompañado por la visión de Lyotard y distintas visiones estéticas, hurga dentro de los problemas de la representación artística y de la belleza.  Su relación es estrecha con el arte y la pesquisa por respuestas no escapa a las voluntades dionisiacas de la inspiración: tal vez en la estética se encuentren algunas preguntas correctas, más que respuestas finales. En fin, el pensamiento del francés es hondo y unas cuantas líneas no bastan para dejar un registro confiable: apenas de aquí rezuman sus más obsesivas inquietudes. ¿Cómo buscar un yo sin antes encontrar un nosotros? Esa es tal vez la cuestión definitiva.

Existencialismo: Si el hombre no es definible, es porque empieza por no ser nada

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Por Carmina Galicia @tururucosmico

Hay quienes piensan que la existencia precede a la esencia. El hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y sólo después de eso, se define. Dentro de este desarrollo, si el hombre no es definible en el inicio, es porque empieza por no ser nada. Eso es lo que afirma el existencialista Jean-Paul Sartre en El existencialismo es un humanismo

¿Cómo poder dictar que se es algo antes de siquiera serlo? Es porque ser nada es comenzar a ser algo. Podremos tener definiciones o conceptos generales de las cosas, ideas al final; sin embargo, la resignificación de dichos conceptos se dará de irrepetible manera en cada objeto.

El existencialismo no sólo abarca pensar en el sentido de la existencia propia. La clara tendencia de algunos pensadores del s. IX y XX los llevaba a reflexionar sobre el reconocimiento de la realidad externa desde la propia existencia. Esta corriente filosófica nos muestra que las personas no solo emprenden una búsqueda por sí mismas buscando así, el sentido de su existencia; también resignifican su esencia y por lo tanto la rehacen de acuerdo a la realidad que reconozcan. En El existencialismo es un humanismo, Sartre dice: “El existencialista no tomará jamás al hombre como fin, porque siempre está realizándose” con ello entendemos que el hombre siempre va ser proyecto de él mismo, aun cuando concluya lo que se propuso en cualquier inicio.

Finalmente, en la reflexión de esta constante realización del ser humano ¿cada vida debe tender necesariamente a ser satisfactoria o feliz para adquirir sentido?