Martin Heidegger
Por Cuitláhuac Moreno Romero
«Quien piensa lo más profundo, éste ama lo más vivo»
Hölderlin
La filosofía es el trabajo creador del pensamiento, su sentido primordial es conformar espacios, dar sitio a un lugar en el cual movernos con cierta soltura para protegernos del caos. No hay pensar que no esté conformado por unas fuerzas singulares que claman por su propia imagen, al tiempo que la componen en su movimiento andante. El pensamiento hace sitio para la vida, el plano simbólico en el que habitamos es obra del trabajo, producto del concepto.
Esto no quiere decir que el pensamiento sea algo interior, el pensamiento es la impronta de un afuera, pero ese afuera no está hecho de una vez y para siempre, sino que va siempre haciéndose en su muerte sin fin, en su vida eterna, su dominio es el golpe del martillo en la palabra, sobre los cuerpos. La vida donde se mezclan eso demasiado bajo y aquello lo más alto. Suele creerse que la filosofía es su historia, o bien, el despliegue de su acontecer en el continuo de civilizaciones conexas, pero esto no es preciso, la historia del pensamiento y el obrar propio de la filosofía no son exactamente lo mismo.
Gilles Deleuze
En esa vía aunque en sentido opuesto, podríamos decir que si bien el filosofar no es lo mismo que sus grandes formaciones sistemáticas consideradas en un desfile progresivo, tampoco hay derecho a afirmar que el pensamiento sea ese acto cotidiano, sobre el que se deslizan sin más nuestros actos de conciencia y sus fenómenos signados de acuerdo a ciertos regímenes, o sea, lo que nos pasa por la mente, eso no es obra nuestra, es el modo en que el afuera se pliega en nuestro interior, pero ni hay mero afuera ni hay morada interior, hay pliegue de planos, una pantalla blanca y agujeros negros.
La filosofía está en medio de estas dos cosas pero también las trasciende; las alcanza y las rebasa en su esencia porque lleva los sistemas históricos a la inmanencia de la palabra escrita y hablada, o sea, a la enseñanza de la filosofía, a su práctica y a su cuidado en el ejercicio del pensar; al tiempo que eleva lo arbitrario del flujo de la mente a los conceptos en los que el ser ha habitado con más regocijo y fulgor. No podría ser lo más profundo porque ahí no hay ninguna figura, tampoco podría ser lo más elevado porque ese ámbito no nos corresponde.
Michel Foucault
La filosofía no es la historia de los sistemas, ni tampoco el asentamiento cotidiano de la mera reflexión en los trabajos y los días. La filosofía es –en todo caso– pensamiento de conceptos, el hecho creador de lo originario, lo que hace que las cosas se inserten en ese orden de lo real sin lo cual no podría tener sentido nada. Pero decir que la filosofía no son sus sistemas y que tampoco es la facticidad de su acontecimiento (la conciencia de un individuo), eso no quiere decir que no sea universal y singular al mismo tiempo. El pensamiento es, sí, lo universal del orden que genera, pero también la singularidad de lo particular que se eleva en el círculo lógico de la determinación de lo que ha de atender a su destino: este singular muestra lo que siempre es, lo que siempre ha sido y será; este universal es, particularmente, la verdad que nos lleva al acontecimiento.
Verdad de ese orden originario que lo levanta todo, sin el cual no tendríamos ni siquiera la posibilidad de perdernos, pues perderse implicaría la existencia de un camino que es más bien perdición… Y antes que esto, el simple hecho de que haya un lugar para perderse. Pero sin pensamiento no hay tampoco perdición, simplemente hay caos profundo y ciega noche, ningún espacio sino lo que no puede tener sitio ni tiempo.
Félix Guattari
*Cuitláhuac Moreno Romero es estudiante de doctorado en filosofia en la UNAM. Tiene varios artículos publicados en libros colectivos sobre María Zambrano, Foucault, etc. Sus líneas de investigación son la ontología, estética post-estructuralista y literatura. Ha sido profesor en diversas universidades privadas, y presentado conferencias en la UNAM, Universidad Veracruzana y la Universidad de las Américas Puebla. Actualmente realiza su investigación sobre Gilles Deleuze y las máquinas literarias y es profesor adjunto en Estética en la UNAM.
contacto: cuitlahuac.moreno@gmail.com