El acto de la claridad y la noche

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Por Juan Carlos Londoño Galvis

Autor del Blog: http://filoylogos.blogspot.com/

31 de enero de 2014. Dos/das

Suelo pensar que la obstinación es más grande que la razón. Nuestros miedos solo requieren un grado mínimo de una incongruente terquedad para que luego sean virales en nuestra mente. No creo que haya un hombre en este mundo que no tenga miedo a las ideas nuevas; toda idea nueva y toda forma de pensar están siempre atadas a un sentimiento de pánico. ¡Por Dios! Somos humanos, y es normal (¿o natural?) que nos sintamos más cómodos con la ignorancia que con la claridad.

No me culpo por generalizar; es natural. Dado que en gran medida hemos tirado a Dios de su trono; y sentándonos en él, creemos que somos los dueños del universo entero. Ahora bien: superar el pánico, cortar su cabeza y desmembrar el miedo mismo, suele ser el primer paso. Lo mejor que pasaría a continuación es que seremos el héroe de nuestra propia historia; y no olvidemos que el héroe es la figura simbólica que representa la victoria.

La humanidad completa se parece más a un dios islámico, que a lo que se refiere comúnmente a lo humano en nosotros, en todos y en uno a la vez. Pensemos que Alá vive porque la humanidad le tiene miedo; él se alimenta del pavor humano ¿pero, no somos pues libres? Claro, somos los héroes de nuestra propia historia.

07 de diciembre de 2013. Pereira

Ahora mismo estoy más que convencido de que el conocimiento es la mayor fortuna que pudo pasarle a la humanidad. La igualdad es la fortuna de este siglo; pero olvidé por un momento que saber sobre la igualdad, es la fortuna parida del conocimiento mismo.

Veo que es difícil imaginar un mundo en donde la palabra «conocimiento» no sea invaluable; creer que se es libre no se sabe por naturaleza, se conoce porque lo hemos visto, lo hemos aprendido, lo hemos descubierto.

Las personas no son ajenas a esta realidad; todos saben que es importante el conocimiento; pero, no son muchos los preocupados por estas razones.

Exquisito sería disfrutar de una buena novela, como también vivir en el caos de la filosofía. Pienso que es igual de bella la teoría de la expansión del universo, como un poema de Antonio Machado, dado que los dos con gran ímpetu abren la mente al descubrimiento y seducen como una hermosa mujer.

Este es el regalo de la palabra, de la idea, del concepto y del pensar. No cabe más que decir. Solo somos lo que podemos descubrir de sí mismos; solo somos lo que está dentro de nuestra curiosa alma de escritores, de pensadores y de artistas.

03 de diciembre de 2013. Pereira

Entre la sombra de la historia una verdad se cuenta; no muy grande, no muy importante. La historia de la humanidad desde tiempos muy antiguos a estado plagada de sangre y placer (la mayoría mataban por honor y por poder). Los reyes ofendidos cortaban las cabezas de sus enemigos y hacían grandes banquetes celebrando la magnitud de sus líderes. Esta es la razón que mueve el corazón del sabio, del incorrecto, del que se afana más por dudar que por alabar. Sus actos no se mueven a merced del aliento implacable del rey que suscita constantes elogios; ellos (los sabios) fueron independientes a pesar de los problemas de un siglo o de otro.

Hubo (hace mucho tiempo) un hombre que como adivino descubrió esta verdad oculta. Lo llamaremos Tiresias (el anciano que profiere palabras reales al rey Edipo). Él, es un personaje particular; porque entre la muchedumbre solo ve despojos de esta verdad que les anuncio.

Es curioso que este hombre vea en su tiempo lo mismo que ha pasado a lo largo de la historia humana. La única diferencia es que ahora en estos tiempos las verdades se ocultan tras un espejo cóncavo que no deja mirar las formas del rostro. Dice él «¿Cuál es la verdad de este tiempo? No es otra cosa que el dinero ¿Cuál es el placer de este tiempo? Nada más que el ignorante consumo. Yo sé que solo soy un ente imaginario. Nada más puedo pedir. Yo, Tiresias, he estado en todas las épocas oyendo toda clase de barbaridades. He visto todas las guerras, y he notado cómo es la perversión en todas ellas.

Veo que esta época es la peor de todas; la más depravada, la más egoísta y finalmente la más desalmada. Por lo menos en épocas antiguas no ocultaban sus injurias y placeres por la corrupción de su espíritu. El rey violaba y era honrado; el príncipe era desalmado y a él no le importaba. Pero hoy en esta maldita «época» es un juego matar, violar y apoderarse. Hoy la verdad se oculta en la economía y el entretenimiento; maldita época; has condenado como condenan a un prisionero a la orca».

Así habló Tiresias en medio de un auditorio lleno de personajes salidos de la mente de un bizarro escritor. Pocas son sus palabras, pero, para que escribo sobre esto; no vale la pena escribir para una sociedad que no escucha advertencias. De todas maneras no deja de ser una verdad oculta; una certeza disfrazada entre la sangre y el placer. Tiresias ciego y todo, era capaz de mirar cuan desgraciada es la humanidad, y cuan desgraciado es aquel que lea esto y no piense en lo que ha hecho y en lo que dejará de hacer con su virtud.

14 de noviembre de 2013. Pereira

El día está opaco. La luz solo se presenta con un tenue mirar sobre el ojo de un madero seco; pienso como siempre que es bello (solo con la diferencia de que ya no se seguramente qué es lo bello); y en ocasiones, el frío de esta ciudad me da una sensación de completo olvido.

Esta es mi comunión. Solo trozos de retazo concluidos o expuestos en la historia de este día.

Mis manos están frías y tiemblo cuando escribo. Ya me da miedo plasmar con tinta algo de lo que podría arrepentirme. Pero no importa; a veces, las mejores ideas salen de profundos errores que a la larga se convierten en pensamientos brillantes. No se cómo admitir que entre el ir y venir de los acontecimientos, la visión fría y tranquila de este paisaje de invierno evoca las mejores palabras. Las sensaciones y los pensamientos surgen a través de la nostalgia escrita en un paraíso frío.

18 de septiembre de 2013. Dos/das

Sobre Mircea Eliade

Los mitos constituyen, pues, la suma del saber útil. Una existencia individual se hace y se mantiene como existencia plenamente humana, responsable y significativa, en la medida en que se inspira en ese acervo de actos ya efectuados y de pensamientos ya formulados. Ignorar u olvidar esa «memoria colectiva» constituida por la tradición equivale a una regresión al estado «natura» (la condición acultural del niño) o a un «pecado» o un desastre.

13 de agosto de 2013. Dos/das

Más que un pensamiento hoy recurre a mi mente una meditación; clara se podría decir; antigua, puede también recalcarse, pero pienso que es más profunda y misteriosa, por la simple razón de mis acciones. Para mí, la belleza es un misterio; y a pesar del racional evento del pensamiento, miro con contemplación la especial gracia de la belleza. Una catedral, el canto del monje, y hasta la liviana caída de gota por gota, convierten en mi visión, la circunstancia más liberadora de todo el confín universal. El misticismo. El encanto de la vida expuesta ante mi realidad. Los colores; en fin, la música de la existencia. Mi religión aflora entonces como la necesidad de búsqueda, pero también con la satisfacción de contemplar lo encontrado.

Viajo a través de mi imaginación a campos y montañas llenos de aves y pequeños insectos; yo, controlado por el éxtasis, solo resuelvo parar y sentir el aire en mi rostro.

En aquel tiempo, me veía como un monje o como aquel anciano sabio que renunció a la opulencia de las riquezas, para vivir en pro de (sea quien sea, o lo que sea) Dios y la naturaleza; viendo acariciando sus mascotas, amando su pareja y enseñándole versos sabios de Virgilio o Dante a sus hijos. Mi imagen es esta, lo que deseo también; pero más importante es guardar en mi memoria una imagen de lo que seré en mi vejez.

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